viernes, 10 de agosto de 2012

Los juegos del hambre

Comienzan los juegos.

Seguro que a estas alturas todos conocemos ya la famosa trilogía de Suzanne Collins y algunos, o todos, estaréis pensando que no es más que otra saga insufrible, eterna y ñoña, pero dejadme que os convenza de que no, de que detrás de los títulos Los juegos del hambre, En llamas y Sinsajo se esconde una metáfora bien traída de los fallos del Capitalismo tal y como lo conocemos. 

Para los que lleguéis, igual que yo, rezagados a esta historia os adelanto que, en ella, la autora concibe un futuro próximo en el que un conflicto global deja en herencia un mundo estratificado en clases sociales tan inflexibles como diferentes entre sí. En este nuevo orden y por septuagésima vez en la Historia, doce chicos y doce chicas de entre doce y dieciocho años se verán obligados a participar en un reality show en el que deberán de luchar entre si hasta la muerte, hasta que sólo quede uno. Cada distrito, por tanto, desde el primero,que cuenta con más medios, hasta el duodécimo, el más humilde, aportará dos tributos elegidos al azar, un varón y una hembra, de entre todos los que se encuentren ese rango de edad. 

Del distrito número doce emerge la heroína de la novela, Katniss Everdeern, una muchacha valiente, resuelta e inteligente de dieciséis años que decide presentarse voluntaria para el macabro juego ocupando el lugar de su hermana. Como compañero y potencial contrincante tendrá a Peeta Mellark, un galán como los de antes, un “Señor Darcy” a lo Jane Austen, que va ganando cuerpo, lo mismo que el buen vino, con el paso del tiempo. 
Editorial Molino

Como digo, más allá de una trama adolescente, que puede resultar previsible y del presente en primera persona en apariencia simple, encontramos una visión de la Sociedad no tan ficticia como ésta que plantea Collins. Veréis: la filosofía sobre la que se sustentan Los juegos del hambre, a pesar de ser cruel y atroz, es la igualdad de oportunidades, vengan los tributos del distrito que vengan. De este modo, todos, en principio, han de pelear por la vida con las mismas armas, las mismas reglas y contra los mismos enemigos. Sin embargo, nosotros sabemos que esto no es así, ¿verdad? Porque somos perfectamente conscientes, igual que los tributos de la autora, de que las normas, en sí mismas, ya favorecen a algunos, a los de siempre, a los del primer distrito, a los que tienen casi dieciocho años frente a los de doce, a los de apellidos pomposos, contactos, patrocinadores, padrinos, o como prefiráis llamarlos. El sistema, de antemano, no es justo, aunque lo parezca, aunque se esfuercen en decirnos y repetirnos, hasta que casi nos lo creamos, que se puede ganar en este juego si uno se esfuerza lo bastante, si uno tiene el hambre suficiente, aun llegando directamente desde el maldito distrito doce sin más opciones que las que nos  brinde la astucia y las ganas de resistir a lo que venga con toda la dignidad que se pueda. 

Y es que quizás eso es lo que debiéramos cuestionarnos; si los del “distrito doce” andamos tan ocupados en sobrevivir y en matarnos los unos a los otros para divertimento de unos pocos, que no nos damos cuenta de que, en verdad, somos más, más listos y también más fuertes porque la necesidad así nos ha hecho. Que podemos vencerlos pero con sus reglas, claro, pues ¿qué otro modo tenemos?. 

Últimamente veo flaquear la esperanza, seguramente por haberse desvanecido el espejismo de la libertad de oportunidades que aun nos daba el arrojo de trabajar y estudiar, de sólo trabajar o de sólo estudiar sin tener, como ahora, la más mínima posibilidad de aplicar nuestros conocimientos porque la cosa está mal, claro, porque un conflicto global, un punto de inflexión fatal nos ha traído desgraciadamente a este nuevo orden en el que la profesionalidad ya no prima, en el que empiezan a tomar relevancia los patrocinadores en el libro, o los contactos en nuestra realidad y en el que, lamentablemente, se separan cada vez más los intereses objetivos de los subjetivos, lo profesional de lo personal. Da, francamente, muchísimo miedo. Muchísima lástima. 

Últimamente escucho que este mundo no es justo. Olga, me dicen, nunca lo ha sido, tienes que asumirlo. Y yo me pregunto cuál será motivo a tanto derrotismo. Es como si ya estuviésemos condenados, como si el juego ya hubiese acabado y hubiésemos caído. 

Últimamente me repito que no tiene por qué, para nada, que de peores hemos salido.

5 comentarios:

Margari dijo...

Ya tenía en mente la lectura de esta trilogía, y desde luego tras ver tus certeras reflexiones con las que estoy completamente de acuerdo, más ganas me has dejado. Cuando un libro logra esto, merece mucho la pena.
De peores hemos salido... Lo que hace falta es tener el suficiente ánimo para salir a la calle y empezar a poner a cada uno en su sitio. Pero son listos... Es la esperanza, el ánimo de la gente donde más están hiriendo.
Besotes!!!

LA VIEJA ENCINA dijo...

Yo también creo que somos más fuertes de lo que pensamos y como tu dices de peores hemos salido. En cuanto al libro yo soy una de las rezagadas, pero después de leer tu estupenda reseña con estas reflexiones me esto animando. Besos Olga

Marian dijo...

Muy buena tu reseña. Yo también pensaba antes de leerla que no iba a ser más que una simple trama adolescente y previsible, como tantas otras. Pero cuando acabe la saga me hizo reflexionar, además de en algunos aspectos que tú comentas, en que tiene más trasfondo de lo que parece. Como digo en mi blog: cre que es una lectura de la que fácilmente se puede sonsacar enseñanzas, lecciones útiles para la vida, la supervivencia y que transmite algunos valores importantes como la amistad, la valentía, la colaboración entre los que luchan por los mismos ideales y metas, la familia, el amor protector e incondicional, etc.
Besos

Al calor de los libros dijo...

Por la temática no me apetece mucho, pero me ha gustado la visión que le has dado, ese trasfondo que no tiene nada que ver con una novela juvenil.
Un abrazo

Ismael Cruceta dijo...

Sé que llego un mes tarde a esta entrada y te pido disculpas, pero llevo dos meses fuera de Madrid. Uno de ellos, "luchando" para que el mundo sea menos injusto. Me ha encantado tu entrada, vi la película en un vuelo y me sorprendió muy gratamente por todo lo que entraña. Yo estoy en contra de las reglas del juego, no creo que sea un antisistema. creo, firmemente además, que es el sistema el que es antipersonas. Un beso fuerte y gracias por la entrada, un gracias sincero.

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