Como la vida misma. Un clásico muy actual.
Hace días que me ronda en el pensamiento La Regenta. Hace meses que la leí y sin embargo no me había apetecido hablar de ella. Hasta ahora.
Cuando le dije a mi hermano que nunca había leído La Regenta ni visionado las adaptaciones al cine y la televisión me miró escandalizado y corrió a buscarla entre las estanterías del estudio de la casa de nuestros padres. Tienes que leerla, a ti te encantará. Si bajas de la torre de la Catedral te quedarás en Vetusta, me dijo. No se equivocaba en ninguna de las tres cosas.
La primera novela de Leopoldo Alas “Clarín” arranca en la torre de la Catedral y desde las alturas se presenta la ciudad de Vetusta. El autor en una narración natural y realista desciende de esa visión general y global del universo que describe desde el campanario para acercar al lector poco a poco a los detalles. Así, se descubren los colores, los olores, las luces y los sabores de las calles de la ciudad, los personajes que en ella habitan y el ambiente que se respira hasta que la atención del narrador se centra en Ana Ozores, una mujer de la nobleza venida a menos casada con Don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia.
El matrimonio entre Don Víctor Quintanar y Doña Ana Ozores fue, como se puede esperar, un matrimonio de conveniencia, juntar el “din” con el “don” que diría mi mejor profesor de Historia y aunque Ana quería a su marido porque era comprensivo y buen hombre, no lo amaba como tal, más bien con cariño fraternal, de amistad y respeto. Por esto y por el aislamiento que acompaña al incomprendido, al que anhela otro destino y se sabe diferente, la señora se siente sola y profundamente deprimida. La religión y la pasión de un amante serán su forma de burlar a la tristeza.
Esta obra maestra de la literatura española del siglo XIX representó en sí misma un verdadero alboroto. Las pasiones carnales, la incultura, la vulgaridad y el inconformismo con la herencia recibida son representadas por el autor en la ciudad de provincia donde vive nuestra Regenta.
Me resulta fascinante poder adentrarme en un lugar y un tiempo en el que la prima que andaba en boca de la gente era la más mentirosa o la más ligerita del pueblo y darme cuenta de que seguimos comportándonos igual en muchos sentidos. Adoramos los escándalos, las batallitas de cama y los relatos más sórdidos de la débil condición humana. Ni siquiera necesitamos conocer toda la historia. Todo lo contrario, de hecho. Baste unas cuantas pinceladas, apenas un par de anécdotas, algún que otro estereotipo que de sustento a la versión y ya tienes una golfa, un descarado y un cornudo de los que despotricar a gusto para matar el aburrimiento o esconder la mediocridad y la falta de talento.
Todos caemos y somos víctimas de la crítica, del chisme y del cuento. Todos caemos en el cruel cotilleo. Todos. Y a pesar de todo yo me quedo en Vetusta.
Hace días que me ronda en el pensamiento La Regenta. Hace meses que la leí y sin embargo no me había apetecido hablar de ella. Hasta ahora.
Cuando le dije a mi hermano que nunca había leído La Regenta ni visionado las adaptaciones al cine y la televisión me miró escandalizado y corrió a buscarla entre las estanterías del estudio de la casa de nuestros padres. Tienes que leerla, a ti te encantará. Si bajas de la torre de la Catedral te quedarás en Vetusta, me dijo. No se equivocaba en ninguna de las tres cosas.
La primera novela de Leopoldo Alas “Clarín” arranca en la torre de la Catedral y desde las alturas se presenta la ciudad de Vetusta. El autor en una narración natural y realista desciende de esa visión general y global del universo que describe desde el campanario para acercar al lector poco a poco a los detalles. Así, se descubren los colores, los olores, las luces y los sabores de las calles de la ciudad, los personajes que en ella habitan y el ambiente que se respira hasta que la atención del narrador se centra en Ana Ozores, una mujer de la nobleza venida a menos casada con Don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia.
El matrimonio entre Don Víctor Quintanar y Doña Ana Ozores fue, como se puede esperar, un matrimonio de conveniencia, juntar el “din” con el “don” que diría mi mejor profesor de Historia y aunque Ana quería a su marido porque era comprensivo y buen hombre, no lo amaba como tal, más bien con cariño fraternal, de amistad y respeto. Por esto y por el aislamiento que acompaña al incomprendido, al que anhela otro destino y se sabe diferente, la señora se siente sola y profundamente deprimida. La religión y la pasión de un amante serán su forma de burlar a la tristeza.
Esta obra maestra de la literatura española del siglo XIX representó en sí misma un verdadero alboroto. Las pasiones carnales, la incultura, la vulgaridad y el inconformismo con la herencia recibida son representadas por el autor en la ciudad de provincia donde vive nuestra Regenta.
Me resulta fascinante poder adentrarme en un lugar y un tiempo en el que la prima que andaba en boca de la gente era la más mentirosa o la más ligerita del pueblo y darme cuenta de que seguimos comportándonos igual en muchos sentidos. Adoramos los escándalos, las batallitas de cama y los relatos más sórdidos de la débil condición humana. Ni siquiera necesitamos conocer toda la historia. Todo lo contrario, de hecho. Baste unas cuantas pinceladas, apenas un par de anécdotas, algún que otro estereotipo que de sustento a la versión y ya tienes una golfa, un descarado y un cornudo de los que despotricar a gusto para matar el aburrimiento o esconder la mediocridad y la falta de talento.
Todos caemos y somos víctimas de la crítica, del chisme y del cuento. Todos caemos en el cruel cotilleo. Todos. Y a pesar de todo yo me quedo en Vetusta.
11 comentarios:
Me pasa como a ti, creo que no he visto ninguna de las adaptaciones y tampoco he leído el libro, aunque ahora mismo no es una lectura que me apetezca, tendré que esperar el momento adecuado si quiero disfrutarla
besos
Pues es uno de los clásicos que tengo que leer, porque me apetece, principalmente, pero también porque leo muy pocos. Tampoco he visto ninguna de las adaptaciones que se han hecho
Yo la lei a los 17 y me encantó. No se si fueron los personajes o los escenarios (vivo a 30 km de Vetusta-Oviedo, y eso se nota). Sin duda la recomiendo a todos los que aun no la hayan leido. Besos!
Guardo un buen recuerdo de ella porque siempre es gratificante encontrarte con algo tan bien escrito, trabajado y pensado. No es sólo lo que cuenta, también el cómo en este caso parece ser parte del grupo de protagonistas de la obra.
Saludos
Fue una de mis lecturas obligatorias en carrera. Y me gustó tanto que recuerdo estar hasta de madrugaga leyendo el libro porque era incapaz de soltarlo. Toda una obra maestra!
Besotes!!!
No se lo digas a tu hermano, pero yo tampoco lo he leido y no por falta de ganas, sobre todo desde que lei Madame Bovary ya que me dijeron que si este me habia gustado La regenta me gustaria aun más. Estupenda reseña, un beso Olga
Mira que no la he leído tampoco y tu entrada me ha sacado las ganas de hacerlo.
La apunto en mi libreta...
¡gracias!
La leí hace tanto tiempo que he tenido que "desempolvar" el libro, y en aquella época escribía en la primera página la fecha, pone 1990. Recuerdo que disfruté de esta lectura, pero tendría que releerla para volver a descubrir los colores, los olores, las luces y los sabores de las calles de la ciudad, los personajes que en ella habitan y el ambiente que se respira (como muy bien has dicho en tu reseña y me ha encantado).
Un abrazo
Me encanta este libro. Me parece además muy actual, la sociedad, la hipocresía, la crítica...
Magnífico!
Besos
La he leído tres veces. No por gusto, lo reconozco, aunque cada vez me ha gustado más. Fue por el colegio... el mío y el de mis hermanos.
Pero es realmente recomendable.
Hola, Olga, llegué hasta aquí de la mano de Margari. Me gustan mucho los blogs que nos dan info acerca de autores que, muchas veces, no conocemos demasiado.
Te sigo.
Un cariño.
HD
Publicar un comentario